viernes, 18 de mayo de 2018

Isabel Martínez Barquero - Española de Murcia. Licenciada en Derecho. ESCRITORA


Desde el primer relato, el estilo literario de Isabel Martínez Barquero me maravilló y me atrapó de tal forma que he leído más de una vez su libro: “Mujeres de Otoño”.
Dicen que “Lo bueno, si breve, dos veces bueno” (B. Gracián) y la autora cumple con este aforismo con gran delicadeza y pericia. Son cuentos cortos, publicados en un libro pequeño.
Así como es de chico por fuera es de grande en literatura y contenido original por dentro.
Las mujeres que describe la autora son españolas, al mismo tiempo se pueden situar en cualquier otro país, son universales en sus características femeninas.
En realidad, nos podemos ver reflejadas en muchas de sus peculiaridades y si juntamos todas ellas podríamos encontrar que es una sola y la designaríamos, sencillamente, ‘ser humano’. Una persona que pasa por circunstancias, crisis, malos-entendidos, vueltas de la vida, que puede tocarnos a cada uno en este viaje por el mundo.
Veamos algunos párrafos que me llamaron la atención por la definición inmediata de quien lo vive. No separaré por capítulos, solo sepan que pertenecen a cada una de las Mujeres de Otoño que Isabel Martínez Barquero ha pintado para nosotros:
“Mientras domina algunas lágrimas rebeldes y evita que se desborden en una catarata que la suma otra vez en una aflicción inútil, se ve en aquellos tiempos pasados, cuando ella era joven y brava, cuando se enamoró de Claude hasta el tuétano.”
“Lo que me cansa o, para ser más precisa, me repatea, es su actitud, una actitud de prepotencia que no soporto, un ánimo de dominio que detesto, un estar en el mundo como la más lista de la clase que deploro. Aunque no lo exprese, a mí no me engaña y sé que considera que su postura en la vida es digna de imitación, ejemplo para cualquiera.”
“Me ahogo desde hace años. No he deseado saber hasta ahora que los desenlaces de la esclavitud ocurren de forma fortuita, con una pequeña decisión sin aparente importancia, pero de gran trascendencia.
   Hasta este preciso instante me he sentido vieja para hacer con mi vida lo que me plazca. Quizás me ha parecido que tal comportamiento es más propio de los pocos años. “

“Desazona acortar los paisajes futuros, ceder al fracaso las ilusiones de una vida. Disgusta admitir que hemos sido uno más en la cadena del mundo, porque todos aspiramos a la excelencia que nos diferencie de los otros. Pero la excelencia no se da en la masa, sino en la singularidad, palabra muy temida si es puesta en práctica, ya que condena al aislamiento. Se requiere de una gran fortaleza interior para vivir al margen de lo común, indiferente al elogio o a la condena.”
… “piensa en lo cansada que está. Pero no abrirá la boca. No saldrá una sola queja de su interior ni su rostro compondrá un gesto que la delate, no incurrirá en el defecto de protestar. Porque la rebelión es un fallo cuando, con ella, no se consiguen mejores circunstancias existenciales. Una rebelión no guiada por la esperanza de mejorar la vida es una gran estupidez.”
… “siempre ha sido una mujer hacendosa y combativa, de esas que no se achican ante cosa alguna y se enfundan el ánimo con determinación como si tratara de una escopeta de caza.
…. El cuerpo se le ha sublevado, y traza sus desazones con independencia de su mente animosa, una mente que no se rinde a las miserias de un organismo en declive vertiginoso.”
“Sabe desde niña que los gestos nos definen ante los otros y siempre se aplica a educarlo para dar la imagen pretendida por su particular visión de los modales correcto y adecuados según las circunstancias.”

Estas mujeres otoñales tienen experiencia y pueden pensar en forma que las muchachas primaverales no necesitan hacerlo. Algunas reflexiones son de destacar, para muestra…: “Si me aflijo por lo que ya no será, perderé lo que aún puede ser. Debo enarbolar la bandera del optimismo, no ceder ante la derrota.”
Quiero agradecer a Isabel Martínez Barquero, una escritora que crea un mundo paralelo con sus letras y nos invita a compartirlo, a degustar su estilo y su profunda comprensión de lo que el otoño significa en nuestra vida y de lo que las aspiraciones nos afectan cuando las vemos alejarse. Cada mujer un sentimiento, cada una con marcas como ríos en su mapa de vida. No son mujeres victoriosas, casi son anti heroínas, queribles, reales, comunes, maravillosas mujeres que enfrentan sus errores, derrotas, recuerdos de un ayer y la inminencia del tiempo que no las mejora por fuera, pero las transforma por dentro. Cada cual a su manera y posibilidad.
Frasco pequeño para un perfume literario de calidad. 
Felicitaciones Isabel y muchos éxitos.

                                  Mónica Ivulich. – DR2018Fr.


RESEÑA BIO-BIBLIOGRÁFICA

Nacida en Murcia. Licenciada en Derecho.
Premio Hucha de Plata en la XXIV edición del concurso de cuentos Hucha de Oro. Segundo premio en el XVI Certamen de Relatos Cortos «Imágenes de Mujer». Ganadora del mes de marzo de 2015, en la categoría en castellano, en la IV Edición del Concurso de Microrrelatos «Microconcurso La Microbiblioteca».
Finalista en la categoría de Narrativa en los premios Fray Luis de León de Creación Literaria 2017.
Tiene nueve libros publicados: tres de relatos, Linaje oscuro, El cauce de los días y Mujeres de otoño; dos poemarios, Lunas de ausencia y El nervio de la piedra; y las novelas La historia de los mil nombres, Aroma de vainilla, Diario de una fuga y La gloria venidera.
Colabora asiduamente en diversos medios, en numerosos libros antológicos y en revistas literarias, así como en páginas culturales de internet.
Imparte un taller de relato en la Escuela de Formación de Escritores.
Autora del blog literario http://elcobijodeunadesalmada.blogspot.com.
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Una muestra de la escritura de Isabel Martínez Barquero
El mensaje
Tras un largo viaje, regresé a mi casa sobre el mediodía. Estaba agotada tras tantos días fuera, exhausta hasta para tomarme cualquier lata que encontrara por los armarios de la cocina. Prefería dormir y evadirme del mundo por unas horas.

Entraba en las nebulosas del sueño cuando escuché el inoportuno timbre del teléfono. Lo dejé sonar una vez y otra hasta que enmudeció derrotado. Tras unos minutos en los que conseguí volver a relajarme, reaparecieron los tonos insistentes del intempestivo aparato. Me levanté de mala gana, maldiciendo medio dormida, dispuesta a cubrir de atenciones a la voz urgente que me esperaba al otro lado de los cables, a una voz no convocada por mi deseo y que, sin contemplaciones de ningún tipo, inquietaba mi descanso sin misericordia y requería ser escuchada sin dilación.
Era mi madre. Quería que me fuera al pueblo para el fin de semana. Me decía que, allí, no estaría tan sola como en la ciudad.
—Estos aires te sentarán de maravilla —agregó como argumento indiscutible.
Con las mejores palabras, me negué, pues tenía muchas cosas pendientes: faenas pequeñas y sin brillo, pero necesarias, quehaceres que se van dejando de un día para otro, menudencias varias donde se impone el llamamiento a la disciplina. Es precisa una fuerte determinación de la voluntad para ejecutar tales minucias y que no nos asfixien.
No sé la causa por la que pudo ocurrir, pero mi madre se enfadó y se despidió muy agraviada. Colgué el auricular y me sentí invadida por una extraña sensación de culpa, sin motivo tal vez, pero el remordimiento me había apresado y me taladraba las entrañas sin misericordia. Los molestos escrúpulos no eran debidos a mis palabras anteriores con mi madre —en todo momento correctas— ni a mi decisión de permanecer en la ciudad tras el largo viaje del que había regresado hacía tan poco. No sé... En ocasiones, los padres nos infunden sentimientos negativos sin razón, y para ello se valen de su posición privilegiada en la escala de nuestros afectos. Si cuando éramos pequeños los chantajeábamos con nuestros llantos para conseguir nuestros propósitos, al hacernos adultos son ellos —sin reconocer que somos seres totalmente libres e independientes— los que nos intentan atraer con ridículos pucheros infantiles.
Para librarme del calor y de la culpa infundada que me había colonizado el ánimo y espantado al sueño, me preparé un baño. Mientras se llenaba la bañera, comprobé que mi reloj se había parado a las cuatro y cinco en punto. Me extrañó, ya que hacía un par de semanas que el relojero le había colocado una pila nueva. En el agua, empecé un monólogo sin ilación, solo por el placer de puntuar. Me atasqué en el momento en que dudaba si correspondía o no punto y aparte. Imaginé que llamara el cobrador de la luz o una pareja de apóstoles de los testigos de Jehová: habría diálogo —por mínimo que fuera— y se eclipsaría lo íntimo del monólogo, pero no cesaría de transcurrir el pensamiento. Concluí que todo este galimatías me daba igual, que no conviene sistematizar en exceso, pues conduce a la pobreza del espíritu, débil maniatado que se aburre entre las reglas que lo encauzan. Como traductora que soy, sé que no existe nada espontáneo ni ordenado de antemano. Todo consiste en palabras, las chispas del pensamiento. Todo es contradicción y círculo sin fin.
El timbre del teléfono me sobresaltó de nuevo y me obligó a salir de la bañera disparada.
—¿Sí, quién es?
—Soy yo, Catalina.
—¿Otra vez tú, mamá?
—¿Cómo que otra vez?
—¡Si hemos hablado hace unos minutos!
—Eso no es cierto, pero escucha, es importante. Tu padre, tu padre... —Y no pudo seguir con la noticia luctuosa porque empezó a llorar.
Petrificada por el dolor, comprendí lo que quería decirme.
—Enseguida salgo para el pueblo, ahora mismo. En menos de dos horas, estoy allí. Y no te apures, mamá, no te agobies. Tómate una tila inmediatamente y llama a algún vecino. Cuando llegue, yo me encargaré de todo —contesté muy nerviosa.
Con dolor, rabia, tristeza y miedo, salí de mi casa con lo imprescindible, lo justo que mi inquietud consiguió meter en un bolso de viaje, aturdida por la tragedia que se había cernido sobre mi familia. En la escalera, verifiqué la parada de mi reloj en las cuatro y cinco de la tarde, el reloj al que tanto cariño le tengo y del que nunca me separo.
Al día siguiente, enterramos a mi padre en el recoleto cementerio del pueblo. Su corazón había enmudecido a las cuatro y cinco en punto de la tarde anterior, la hora que quedó reflejada en el reloj que él me había regalado un año atrás.     
Lo que nunca enterraré será la duda sobre quién llamó por teléfono por primera vez mientras dormía la siesta la víspera de su muerte. ¿Quién me rogó que fuera al pueblo bajo la apariencia de la voz de mi madre? Ni como traductora he conseguido descifrar el doble mensaje: el de la parada del reloj y el del duende del teléfono. A veces, me inclino por la idea de que soñé la primera de las conversaciones; pero mi reloj ha sido intensamente revisado, sin que se le halle rotura que justifique su parada a las cuatro y cinco.
(Relato perteneciente al libro Linaje oscuro)
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Donde encontrar los escritos de Isabel Martínez Barquero (enlaces)
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Comentarios sobre obras de Isabel Martínez Barquero

Sobre LINAJE OSCURO:
— Amando Carabias María en el nº 91 de la revista Cultural y Artística “Alenarte”:
«Isabel Martínez Barquero no es nueva en el mundo literario, y eso se nota al leer este libro [...] El oficio, como se ve, ya forma parte de su quehacer qué duda cabe que el lector lo agradece. Isabel no tiene que demostrar nada a nadie –ni a sí misma siquiera– y los relatos agradecen este detalle, pues no pretenden ser artefactos rutilantes que deslumbren, sino historias que lleguen al entendimiento y al corazón de los posibles lectores, a través de una prosa directa, elegante y comprensible para cualquiera […] En todas las «distancias» Isabel se maneja con soltura, conoce perfectamente los ingredientes que requiere cada tipo de narración y los dosifica sin aparente esfuerzo. Sólo los que a veces hemos intentado estas cosas, sabemos lo difícil que resulta conseguir esta aparente sencillez.» (http://alenarterevista.net/familias-distintas-isabel-martinez-barquero-linaje-oscuro-por-amando-carabias-maria)

— En el blog Viajes por la sala oscura:
«En él (el libro) se conjugan de forma magistral dos conceptos que unidos dan como fruto un resultado tan hondo como brillante. Por un lado, una innata y asombrosa capacidad de observación de la naturaleza humana. Aplicando la minuciosidad del entomólogo, la paciencia del relojero, la refinada mirada siempre atenta a cada uno de los meandros, contradicciones y paradojas que encierra la institución familiar en sus diversas variantes, la autora demuestra un profundo conocimiento de lo que trata. Y lo mira de frente. Pero la cosa no queda ahí. Quien se adentre en sus páginas encontrará no solo eso, ya que añadido a todo lo anterior el lector caerá presa del misterioso néctar que exhibe una narradora nata y apasionada, que se mueve con igual soltura dentro del costumbrismo como en las vertientes más psicológicas e incluso los impulsos criminales.» (http://viajessalaoscura.blogspot.com.es/2012/12/oscuros-linajes.html?spref=fb).

Sobre AROMA DE VAINILLA:
— En el blog Un lector indiscreto, de Francisco Jesús Portela León:
«A veces hay novelas que, pese a la calidad que atesoran entre sus páginas, pasan desapercibidas para los lectores. Quienes han leído alguna de las obras publicadas por Isabel Martínez Barquero tienen una opinión unánime sobre el buen hacer literario de esta escritora murciana. Tras leer Aroma de vainilla llegué a la misma conclusión: su estilo narrativo me encandiló desde las primeras páginas. Y no solo su estilo narrativo sino también la historia de ficción que nos cuenta, toda ella fruto de su imaginación.» (http://unlectorindiscreto.blogspot.com.es/2014/03/aroma-de-vainilla-de-isabel-martinez.html).
— En el periódico La Verdad de Murcia, una crítica de Antonio Parra Sanz:
«Amores complejos, imposibles, convenciones sociales dinamitadas, enemistades de décadas, pero sobre todo mujeres muy fuertes, mujeres que son el motor familiar incluso cuando no forman parte de la familia. Isabel Martínez Barquero reivindica la nostalgia casi tanto como el papel de estas mujeres capaces de correr la maratón que es la vida, verdaderas cabezas de familia de tantos y tantos clanes, en una época convulsa en nuestro país a la que tampoco le vuelve la espalda, al igual que no renuncia a mostrar algunos defectos importantes de su propia tierra. Narración gustosa como las especias, intensa como los buenos guisos y reposada como los licores de una sobremesa eterna. Solo queda sentarse y disfrutarla.» (http://www.laverdad.es/ababol/libros/201612/03/ejercicio-nostalgia-20161203005129-v.html).

Sobre DIARIO DE UNA FUGA:

— En el blog Libros que voy leyendo, por Rocío Vílchez:
«El tema elegido por esta autora me ha gustado mucho, ha elaborado una trama interesante que como lectora ha conseguido captar mi interés. […] Contiene este libro una bella prosa muy trabajada, hermosas palabras que abarcan un rico vocabulario logrando que sea un verdadero placer leer.— La autora consigue despertar en el lector ese aliciente necesario para que no puedas dejar de leer, sin bajar el nivel de interés por conocer el desenlace de los hechos.» (http://www.librosquevoyleyendo.com/2017/05/diario-de-una-fuga-de-isabel-martinez.html?showComment=1496035890360#c5110445014054530880)
— Por Fernando da Casa de Cantos en su blog:
«Las creaciones literarias de Isabel Martínez Barquero rezuman Arte por los cuatro costados. Me enamoró con la primera novela que leí de ella, «Aroma de vainilla». Escritura reposada, muy cuidada, con pinceladas precisas y preciosas. Ahora, con «Diario de una fuga», me he encontrado con una trama muy diferente, personajes distintos, planteamientos opuestos, épocas muy alejadas. Pero, como me dijo ella misma, «todo ha salido de la misma pluma». Y se nota. Qué delicia comprobar cómo acaricia el idioma, el cuidado de los diálogos, la sutileza de los adjetivos. Isabel es una mujer culta. Muy leída. Y sabe plasmarlo en sus obras.— «Diario de una fuga» es una novela cocinada a fuego lento. Parece que no pasa nada, como en las novelas de Murakami, y pasa de todo. Hay pasajes que merecen alguna relectura que otra por lo bien escritos que están. Tal vez no contengan demasiada acción, pero transmiten una sensación de bienestar que roza la perfección. Eso es belleza. Eso es Arte.» (http://serfineu.blogspot.com.es/2017/11/retolecturalia2017-diario-de-una-fuga.html)

— Incluida la autora en el ensayo Impacto narrativo. Ecos de un meteorito, de Consuelo Mengual Bernal, publicado por la editorial La Fea Burguesía en septiembre de 2017.


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1 comentario:

  1. Magnífica reseña y reportaje, Mónica. Me ha cautivado la narrativa de Isabel Martínez. Felicidades y mucha suerte. Besos.

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